jueves, 19 de diciembre de 2013

UNA NUEVA NAVIDAD


Este relato ha ganado el Concurso Navideño entre los alumnos y alumnas de Tercero. Pertenece a Cristina, de 3º B. Desde aquí le mandamos nuestras felicidades.

Mientras miraba el cuadro pensaba en la de cosas que le había pasado desde su primera Navidad, la ilusión que tenía cada 24 esperando que llegara la mañana siguiente para desenvolver los regalos con su familia y experimentar la alegría y la calidez de estar en familia. Pero ahora no le quedaba nada, nada que le recordara ser feliz. En cada esquina del mundo, guerra y desolación, soledad infinita.

Esta Navidad era diferente. Parece todo tan desierto, Roberto no podía dejar de pensar en lo triste que se sentía, ese cuadro sacaba sus peores recuerdos. Sonó la campana, tenía que irse pero no quería, tenía tantas ganas de recordar la tristeza, pero no la que sembraba el miedo, no, quería recordar la tristeza que sentía cuando acababa cada Navidad, cuando no tenía más regalos que desenvolver. Cuando su madre le decía que si no se portaba bien, Papa Noel no le traería su regalo de Navidad; tristeza, pero no miedo.

- Roberto, deja ese estúpido cuadro, tenemos que irnos- me dijo Sofi.
- No me iré de aquí sin él- respondí tajante.
-Esta bien -dijo- cógelo y larguémonos de aquí.

Cogí el cuadro y corrimos fuera, los militares nos perseguían, estábamos siendo cazados, nos pisaban los talones.
- Aquí - grité, viendo cómo pasaban de largo.

Estábamos jadeando, el sudor se nos enfriaba y las luces de las farolas nos daba poco sentimiento de salvación.
- Tenemos que irnos- dijo.
- Esta bien - contesté.

Corrimos como si no hubiera un mañana y llegamos a lo que podríamos denominar "la guarida" y nos adentramos.
- Chicos- llamé.
- Estamos aquí- escuché al fondo.
- ¿Qué hacéis escondidos?- pregunté.
- El lago - dijo Cintia.
- ¿Qué ha pasado con el lago?- pregunté mucho más anonadado.
- Ya no existe- dijo Antonio.
- ¿Cómo? Eso es imposible - dije.
- Compruébalo tú mismo - dijo Sofi, que había estado un tiempo mirando por el pequeño hueco que podría parecer una ventana. Me acerqué a ella y miré fuera. Nada, no había nada, no existía ya el gran lago que un día fue un monumento de nuestra ciudad, nada, vacías líneas de cemento, no se veían árboles, animales, solo vacío, a cada paso más destrucción.

- ¿Qué hacemos? - preguntó Antonio.
- Nada, no podemos hacer nada - dije.
- ¿Qué hacemos entonces? ¿Rendirnos? ¡No! - dijo Cintia.
- Es cierto -dijo Sofi- rindiéndonos no conseguimos nada; que es Navidad, cumplamos ese sueño juntos, nadie quiere guerra.
- ¿Sabéis?, ese cuadro -lo señalé- me recuerda mucho a nuestra guerra. Consigamos que la paz se establezca en todo el mundo, consigamos una nueva y feliz Navidad.

Y así fue cómo Roberto, Sofi, Antonio y Cintia salvaron y ayudaron al mundo a entender que la guerra no es esencial para ser feliz, la navidad no solo trae regalos, trae historias y aquí se os muestra una de tantas.

CRISTINA. 3º B



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