jueves, 19 de diciembre de 2013

EL ANHELO DE SU ESPÍRITU

Cuadro del pintor Hundertwasser llamado Irinaland over the Balcans

Por último, el relato ganador entre el alumnado de cuarto curso pertenece a Mario, de 4º A, que nos trae una bella historia de amor y magia. Esperamos que sigas aportándonos a la revista historias como ésta. Felicidades.

Cuando ya no escuchas ese ruido, ese que es melodía en tus oídos. Cuando sus brazos ya no te calientan y su mirada vuélvese fría, cuando notas que sus yemas de los dedos ya no van a unirse con las tuyas, cuando ella era los muebles, las paredes, el sofá, la cama, el olor a café matutino. Cuando ella era tu vida... ¡y qué vida aquella! en la que simplemente ella...

Empiezas a recordar las 54 Navidades que pasaste con ella... Esas 54 calurosas Navidades que ahora simplemente se quedaba en una fría noche de diciembre como otra cualquiera, en la que cenarás y te irás a dormir a esa cama aún con su olor impregnado.

Pero, por instinto o por magia, abres tu armario y mueves las perchas en busca de alguna elegante vestimenta... Decides luchar y ser valiente, y el nudo de corbata que siempre ella te hacía tan bien, torpemente hacerlo tú, Te pones esos zapatos italianos que ella te eligió para ir a la boda de su hermana. Y te diriges a la cocina para cortar doble ración de jamón y queso. Para ese vino que juntos comprasteis para la ocasión y llenar dos copas con él. No hay otra escapatoria que mirar con esos ojos que Dios te ha dado a la vida que te espera por vivir, a todos los árboles que aún te quedan por abrazar, ponerte cara a cara con el destino y continuar.

Cenas recordando ese intercambio de piruletas, ese primer beso, aquel día sentados en el capó del coche de tu padre viendo las estrellas, imaginando que las tocáis. Recuerdas ese intercambio de anillos en aquella iglesia, recuerdas la noche de bodas... Ahí sonríes tiernamente. Sigues recordando cada segundo vivido con Irina.

Ya te dispones a recoger la mesa cuando escuchas ese ruido, el que sonaba a melodía en tus oídos, empiezas a sentir ese calor que sólo ella te daba. Pero no te lo puedes creer... demasiados recuerdos, piensas... Entonces aparece. Ocurre ese milagro, ahí estaba ella, no física, espiritualmente, la sientes tan cerca... Te sientes tan atado a su presencia... Entonces te das cuente de que hay que creer para sentir y de que la Navidad es tan mágica que has logrado poder sentirla contigo siempre.

MARIO, 4º A

No hay comentarios: